24 febrero 2010

Quiteñas...que se las trague el mar

Este blog se ha convertido ultimamente en el pretexto perfecto para quejarme de las cosas que me rompen los huevos, y está bien.

Ciertamente hay muchas diferencias entre las personas de la Sierra y la Costa, pero quisiera enfocarme a un tema más puntual: las mujeres. Para mi el tema no va por la belleza de la mujer serrana o costeña...creo que, aunque diferentes, tienen virtudes estéticas únicas en cada uno de los casos. En fin, tal vez sería objeto de análisis para otro post, o mejor...para otro blog. El asunto de hoy va a nivel de su personalidad y sinceridad.

El problema que tengo es con las quiteñas. Son extraterrestres, no hay ser tan complicado y de personalidad tan difuminada como estas chiquillas mojigatas y estrechas. Son una verdadera patada en la ingle por múltiples motivos, pero especialmente por ser tan poco sinceras a nivel emotivo.

No hay cosa más molesta y angustiante el no saber qué quiere una quiteña. Si le gustas no lo demuestran nunca...no hay indicios que revelen el más mínimo interés hacia uno porque prefieren tratar de jugar una sicología innecesaria. Por supuesto la seducción es un proceso que bien llevado puede ser fasinante, pero todo tiene un límite.

Las quiteñas tienen un terrible deseo de reprimirse cuando hablan o gesticulan, evitan dar señales de agrado, porque piensan que hay que dosificarlo de una manera absurda. Creen que no somos dignos de su sinceridad y todo se resume en infinitas salidas y pocas satisfacciones. Una pérdida de tiempo (y plata).

Las costeñas, en contraste, tienen una actitud totalmente frontal, juegan de local de la misma forma que juegan de visitante. Cuando encuentran a alguien de su agrado, se abren, no tienen guión en la mano para actuar...simplemente se dejan llevar por las sensaciones del momento y no existen incómodos silencios, sólo pura sinceridad.

Las monas te piden tu número de teléfono incluso si sólo buscan tu amistad, te hablan mirándote a los ojos, conversan con uno sin necesidad de dar la pauta, son espontáneas, no reprimen su risa...simplemente echan toda su energía en carcajadas hilarantes. Es impresionante su capacidad de iniciativa, de decisiòn y sobre todo su sensualidad constante.

En fin...cuando creo una imagen mental de una quiteña, veo alguien seria, falsa, insegura, precavida y pudorosa...pero cuando pienso en una mona sólo se me viene la imagen de alguien feliz. Sin duda hay muchas quiteñas que son excepciones a esto que digo, pero estoy harto de buscar más y más excepciones...es tan absurdo como querer hacer el gol de Maradona en el 86 en el patio de la casa.

13 febrero 2010

Hablemos de sexo con el Dr. Estertor o...

...lo que todos hemos sufrido y nadie se atrevió a decir.

Esta sí que es una verdadera patada en los huevos, y estoy seguro que muchos de ustedes han pasado por este turrísimo problema pero pocos se ateven a comentarlo. Pareciera que hablar de este tema es como si habláramos de traición a la Patria por el secretismo con el que lo abordamos. Ando con niveles de tolerancia muy bajos, no pienso soportar más maltratos a mis sentidos (sobre todo al del olfato) no more!

Una tarde junto a uno de mis mejores panas surgió una conversación sexual en el cual abordamos varios tópicos, pero uno salió a la palestra porque es algo que nos ha pasado en repetidas ocasiones. Estoy hablando del "Tufito rancio", término que acuñamos luego de esta interesante charla, y que hace referencia a esas vaginas pestilentes que algunas mujeres se cargan! PUAJ!!!

Por ahí uno puede estar "enchufado" en una situación candente con determinado personal femenino, pero cuando se percibe el tufo es un bajón total y no hay marcha atrás, una vez llucho sólo queda la siguiente consigna: Cumplir.


Luego de varias experiencias de este tipo, mi amigo y yo hemos adquirido la "habilidad" de distinguir quienes son potenciales portadores del tufito rancio con tan solo verles la cara...no me pregunten cómo lo hacemos, lo cierto es que el 80% de las veces, acertamos...para nuestra desgracia!

Hablar de esto con la persona es complicado, uno no sabe cómo abordar semejante tema tan difícil aparte de escandaloso para muchas personas, pero bueno, hay que hacerlo en nombre del placer incluso si la persona en cuestión pueda sentirse herida o acomplejada. El lío es que me ha pasado ya muchas veces esta situación y no es fácil ir diciendo "Oye te huele turro esa movida" todo el tiempo...a uno le desgastan estas situaciones, sobre todo porque las personas suelen molestarse, tomarlo a mal y por sobre todas las cosas porque es matapasión hablar de estas cosas.

Por este motivo pido a todas esas chicas sexualmente activas que se den cuenta de este problema y tomen cartas en el asunto, por más absurdo que es este tema (pero qué no lo es en este blog?) deben tener cuidados no sólo por fuera sino también por dentro, sobre todo porque si algo huele mal es que definitivamente tienen alguna nota ahí abajo.

He hecho un poco de investigación con amigos médicos, amigos promiscos y claro...la internet también y sé que se pueden tomar algunas medidas para mermar este conflicto, como pueden ser lavados vaginales con un poco de vinagre, jabones medicados, entre otras cosas.

Este problema es verdaderamente una cagada por muchos motivos pero por sobre todas las cosas está el problema de no poder disfrutar plenamente del sexo porque cuando existe esta situación, las posibilidades sexuales se limitan bastante. Supongo que este el tema del tufito rancio no es exclusivo de las mujeres, pero las vergas pestilentes analísenlas en sus blogs, chicas.